Clemente Antonio Neve trabajó en 17 escuelas del Estado de México, Hidalgo y Puebla en un tiempo de pobreza y analfabetismo, en el que la escuela se estaba ganando su lugar.
Clemente Antonio Neve (1839-1905) fue un profesor que ejerció su magisterio en 17 escuelas del Estado de México, Hidalgo y Puebla en un periodo muy agitado de la historia del país y que trató de cambiar el destino de sus alumnos, mayoritariamente indígenas, a pesar de su propia pobreza y del peregrinaje que hizo a lo largo de su vida en busca de mejores condiciones de ejercicio para su magisterio.
La historia de este personaje es contada por Mílada Bazant, profesora-investigadora de El Colegio Mexiquense, en el libro Caminos docentes. Entre injertos, abonos y venenos. Clemente Antonio Neve 1839-1905, con el que la estudiosa continúa su trabajo en la biografía histórica luego de que sus libros dedicados a Laura Méndez de Cuenca, la poeta, pedagoga y precursora mexiquense del feminismo, le han valido el reconocimiento del mundo académico.
Respecto de Clemente Antonio Neve la historiadora señaló que en medio de una sociedad cambiante, injusta y sumamente pobre, el profesor rural se atrevió, con una voluntad «a prueba de fuego», a cambiar, a través de la enseñanza moderna, el dramático destino de sus alumnos, niños indígenas en su mayoría.
En la presentación de la obra en la Feria Internacional del Libro del Estado de México, Mílada Bazant explicó que aun cuando se trata de una trágica historia, la de Clemente Antonio Neve, personaje paradójico, controvertido y polémico, permite apreciar el paisaje humano del siglo XIX, conocer el contexto del sistema educativo de ese tiempo y acercarse a las problemáticas que enfrentaron los profesores con los cambios políticos que vivió el país a lo largo de cincuenta años.
Clemente Antonio Neve amaba la docencia y tenía pasión y vocación, era un adelantado a su tiempo, pues buscaba mejorar las herramientas educativas con las que contaban las escuelas por las que pasó e intentaba enseñar de una manera reflexiva y no memorística, dijo la estudiosa.
«Cuando empecé a encontrar sus documentos, me cautivó por esa pasión y entrega. Era un maestro enojón, de mal carácter, pero al mismo tiempo, comprometido con su labor docente», explicó Bazant.
Los comentarios al libro los hizo Élida Campos Alba, académica de los Servicios Educativos Integrados al Estado de México (SEIEM) que realizó su doctorado en El Colegio Mexiquense, quien leyó fragmentos del texto y explicó que el «mal carácter» que le atribuían al profesor padres de familias y otros profesores era la expresión de su cansancio e inconformidad ante el ausentismo de los niños por factores económicos y familiares, e igualmente surgía de la falta de recepción a sus propuestas de mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje, en un tiempo en que la inmensa mayoría de la población mexicana era analfabeta y pobre.
La comentarista aventuró que la frustración de Clemente Antonio Neve surgía de que las autoridades y los padres no le daban importancia a la educación, la escuela y los niños, pero con estos, el profesor, detrás de la cara adusta, mostraba un respeto auténtico.
La presentación fue moderada por Carlos Escalante Fernández, profesor-investigador de El Colegio Mexiquense, quien dijo que en el siglo XIX la escuela mexicana se estaba ganando su lugar y dio datos de la obra que en ocho capítulos incluye tanto la biografía de Clemente Antonio Neve como reflexiones sobre el México de la segunda mitad del siglo XIX, así como datos tan significativos como el encuentro del maestro con el emperador Maximiliano en una escuela rural de Naucalpan, su paso por 17 planteles del Estado de México, Hidalgo y Puebla y su trabajo, que ayudó a poner los cimientos de la educación moderna.
Comunicado de prensa 056/2022.
Santa Cruz de los Patos, Zinacantepec, Estado de México, 5 de septiembre de 2022.